La depresión es uno de los problemas emocionales
más comunes de nuestro tiempo. No eres un caso raro.
La depresión no respeta sexo, edad,
posición social, o nivel educacional.
Esta enfermedad típica de nuestro tiempo, puede tener raíces en
desajustes fisiológicos (déficit químico), o raíces emocionales (desenfoque
psicológico); en ambos casos, puede sumir a la persona en una profunda falta de
esperanza, en una extrema tristeza, en una falta de deseo de vivir, e incluso,
en casos críticos, en intentos de suicidio.
Pero la depresión no es un mal del que
no se pueda salir. Siervos de Dios, en
la Biblia, fueron presa de profundos estados depresivos y, con la ayuda de
Dios, salieron adelante victoriosos:
El profeta Elías sufrió de depresión (1
R. 19); después de una importante victoria sobre los enemigos del pueblo de
Dios, al ser amenazado de muerte por una autoridad pagana, huyó para salvar su
vida, pero después de un día de necesidades físicas en el desierto, quiso que
Dios le quitase la vida, sintiéndose derrotado.
La persona deprimida es contradictoria y sus sentimientos son
cambiantes. Pero Dios sacó adelante a su
siervo y le enseñó lo que debía hacer y de ese modo superó su crisis.
También los salmos dan testimonio de
depresión, de profunda tristeza y desesperanza. Uno de ellos decía así:
“3 Porque mis días se
han consumido como humo, y mis huesos cual tizón están quemados.
4
Mi corazón está herido, y seco como la hierba, por lo
cual me olvido de comer mi pan.
5 Por
la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne. 6 Soy
semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades; 7 Velo, y soy como el pájaro
solitario sobre el tejado. 8 Cada día me afrentan mis enemigos; los
que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí. 9 Por lo cual yo como ceniza
a manera de pan, y mi bebida mezclo con lágrimas... (Sal. 102: 3-9).”
Pero también salmos dan testimonio de
la victoria que sólo Dios puede dar:
“1 Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y
oyó mi clamor. 2 Y me hizo
sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre
peña, y enderezó mis pasos. 3 Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios. Verán esto
muchos, y temerán, y confiarán en Jehová (Sal. 40: 1-3).”
Sea cual sea tu situación, no te
desanimes, porque hay una solución para cada conflicto de la persona humana:
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compartir contigo, que puede cambiar radicalmente lo que piensas, lo que
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